Los riñones son los órganos encargados de purificar la sangre y regular la cantidad de agua en nuestro cuerpo.
La insuficiencia renal ocurre cuando los riñones dejan de cumplir la vital función de filtrar eficientemente las toxinas y demás sustancias de desecho. En este padecimiento el deterioro es progresivo e irreversible, provocando la pérdida de la función glomerular, tubular y endocrina del riñón, alterando la excreción de los productos finales del metabolismo, la eliminación adecuada de agua y electrolitos y la secreción de hormonas.
La insuficiencia renal se considera una enfermedad silenciosa ya que en la mayoría de los casos el deterioro se produce lentamente a lo largo de varios años sin presentar síntomas evidentes (a pesar de estar relacionada con la anemia y los niveles elevados de toxinas en la sangre). Cuando el paciente se siente mal, generalmente la enfermedad ya está muy avanzada y es necesario recurrir a las terapias de remplazo renal.
Cualquier persona puede sufrir de enfermedad renal, pero los de más alto riesgo son los diabéticos, los hipertensos y los familiares de personas que ya la padecen. Como la enfermedad renal no siempre produce síntomas visibles, las personas en riesgo deben hacerse estudios periódicamente de sangre y orina para detectar a tiempo el padecimiento.
Cuando se logra detectar en fase temprana, se puede reducir la velocidad con la que progresa, retrasando la necesidad de iniciar las terapias de remplazo renal y preparando al paciente para cuando sean necesarias.
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